De setas y de luz

Dibujo de Mar Planelles Rapún @xarquito_arte

No solíamos usar la terraza. Alguna vez salíamos a regar, pero poco. Demasiado soleada, demasiado ventosa. Un día, nació una seta en la maceta del triste cactus. A partir de ese momento, se veía más feliz. Se enderezó, echó raíces. Le brotaron flores en lo alto y le sonreían los pinchos. Luego, emergió otra en la base del aloe y, por fin, las hojas se le atiborraron de leche sanadora. Y germinaron otras y otras más. La terraza se nos llenó de setas. Las plantas estaban contentas y nosotros salíamos a menudo para contemplarlas. Se nos contagiaba la risa. Ahora no sabríamos vivir sin ellas. Son la envidia del barrio. Desde los balcones cercanos, la gente se asoma a disfrutarlas. Algunos vecinos se nos presentan en casa con cualquier excusa para pasar un rato con ellas. Y es que sin las setas, la vida se queda gris. Ellas son el centro y los demás pululamos a su alrededor. Nosotros somos las polillas y ellas, la luz.

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